martes, 18 de octubre de 2011

Actividades de Bachillerato en la "Semana Internacional contra la Pobreza"

Estas son las actividades finalmente acordadas:

Miércoles 19 Octubre

6ª hora: Partido "contra la pobreza" entre profesores/as y alumnos/as de bachillerato. Se harán camisetas contra la pobreza y sus causas y una gran pancarta anunciadora (Grupo Iván).

Se montará un stand informativo sobre la campaña "Pobreza Cero", se montará un Photo Call (donde los profes y alumnos podrán hacerse fotos), se entregarán pulseras de colores con lema "Pobreza Cero" y se hará una foto por clase para montar un gran panel de fotos que será expuesto el viernes.(Grupo Saray)

Viernes 21 Octubre

Gran Ghymkana "contra la Pobreza" dirigida a alumnos de 2º ESO A  y C (Grupo Miriam).

Visualización de videoclic contra la pobreza de creación propia a los alumnos de 2º Bachillerato (Grupo Soraya)

Grupo de Michael, pendiente de confirmación.

Esto es todo de momento.

domingo, 25 de septiembre de 2011

Un planeta de gordos y hambrientos

Ahí teneís la primera tarea para casa:

                 1) Leed el siguiente texto de Luis Sebastián.
                 2) Haced un resumen y un comentario que recoja tu opinión sobre el texto.
                 3) Preparadlo por si os toca hacer una breve exposición del mismo.
                 4) Entra en el enlace de la FAO y responde a las siguientes preguntas:
                          a) ¿Qué es la FAO?
                          b) Pincha el mapamundi  (Mapa del Hambre de la FAO) y identifica cuales son los países con niveles más altos de hambre en el mundo, por continentes.
                          c) ¿Qué características comunes podrían tener esos países con más población hambrienta?

             Fecha de entrega y/o exposición: Miércoles 28 septiembre
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                  ¿Cuánta hambre hay en el mundo?

            Las estadísticas de la FAO indican, como dato provisional que puede ser revisado posteriormente, que en el período de 2002 a 2004 había 870 millones de personas desnutridas, mal alimentadas y, en definitiva, hambrientas. Ésa es la dimensión global del hambre en el mundo, el 14% de la población mundial muerta de hambre en un mundo donde abundan hasta la exageración los alimentos. Pero algo nos puede consolar. En el trienio 1969-1971 había más de 1.000 millones de hambrientos. Las cifras se han reducido. En los treinta y pico de años que van de 1969 a 2004 la incidencia de la desnutrición, como porcentaje de la población total, se ha reducido en todas las regiones donde están los países pobres del 37 al 17%. E incluso en África Subsahariana la proporción se ha reducido del 33 al 31%. No es mucho, pero es algo. No hay estadísticas para el último trienio, pero podemos suponer que, si han continuado las tendencias observadas en la mayoría de los países, el número de gente con hambre ha disminuido. Pero no creo que haya bajado mucho de 800 millones. Y últimamente, como ya he indicado, está subiendo.            El hambre está naturalmente muy concentrada. En los países industrializados, por ejemplo, «sólo» hay 9 millones de hambrientos. Lo que debiera sorprendernos y avergonzarnos, entre otras cosas, porque la mayoría son niños. En Asia Oriental (fundamentalmente China) hay 163 millones, lo que supone una reducción del 140 % con respecto a los 393 millones de 1969-1971. La situación peor se encuentra en el África Subsahariana — ¡cómo no!— con 207,5 millones de hambrientos, más del doble de los que tenía en 1969-1971 (que eran 93,5 millones, según la FAO). En las grandes regiones donde se asientan los países pobres, si exceptuamos la ya mencionada, la incidencia del hambre se ha reducido. En todas ellas el número de hambrientos ha disminuido, a pesar de que en todas ellas la población ha aumentado en torno al 2 % anual. ¿Significa eso que se está ganado la batalla al hambre? Puede ser. Pero se avanza muy despacio, si tenemos en cuenta los recursos con que se cuentan para reducir la incidencia del hambre a un suceso limitado, esporádico, anormal y poco frecuente.            En los treinta años que reseñamos algunas regiones, como América Latina y el Caribe, apenas han avanzado en su lucha contra el hambre. Se redujo mucho la pobreza y el hambre en los años setenta (a 46,2 millones de hambrientos), pero ambas volvieron a rebrotar en la «década perdida» que causó el ajuste propiciado por el «Consenso de Washington» para pagar la deuda externa. A principio de los noventa eran casi 60 millones y actualmente se han reducido a 52. Proporcionalmente son menos (10% contra el 20% de hace treinta años), pero todavía un número muy grande de individuos. El norte de África ha mejorado mucho: de 20 millones de personas con hambre a principios de los setenta hasta 6 millones en 2004. El Próximo Oriente ha empeorado en los últimos años por razones obvias, dada la situación de guerra imperante. Pero sobre todo ha sido en la región Asia-Pacífico donde el hambre ha sido combatida con mayor éxito, de 770 millones en el trienio 1969-1971 a 527 millones en 2004. Son todavía muchos, pero son una proporción mucho menor de la población que hace treinta años.
La     
                     Geografía del hambre

            La FAO ha publicado unos mapas del hambre, uno de los cuales se reproduce con su autorización en la página siguiente, para identificar la presencia del hambre en los diversos países del mundo a lo largo de varias décadas. La FAO lo llama «el mapa del hambre», y contiene observaciones hasta 2004. Lo primero que llama la atención es la «mancha del hambre» que se sitúa en África Central.


1.                                    En el mapa original
            (http://www.fao.org/faostat/foodsecurity/FSMap/map14_en.htm)            Los colores marrón y rojo representan proporciones elevadas de desnutrición en la población, desde el 35 % hasta más del 50. En el libro aparece «la mancha del hambre» que se encuentra en el África Subsahariana: Guinea Bissau, Sierra Leona, Liberia, Chad, República Centroafricana, República Democrática del Congo (donde más de la mitad de la población tiene hambre crónica), Angola, Zambia, Zimbabwe, Mozambique, Madagascar, Tanzania, Etiopía, Yemen del Sur y Nepal en Asia y Haití en el Caribe. Son los casos más extremos, como veremos también a través de otros indicadores.
1.                                    Entre el 25 y el 34 % de la población (una mancha menos oscura) sufren desnutrición en Níger, Malí, Sudán, Kenia, Botswana, República del Congo (Brazzaville), Camerún, todos Estados de África. Tibet, Myanmar (antigua Birmania) y Laos en Asia. Finalmente, Nicaragua, Paraguay y Bolivia en Latinoamérica.

2.                                    Un grado de incidencia menor, entre el 15 y el 24 % de la población, se encuentra en: Mauritania, Senegal, Costa de Marfil, Ghana, Nigeria, Namibia, Brasil (a pesar de su desarrollo), Venezuela (a pesar de su petróleo), Colombia, Ecuador, Perú, Guatemala, El Salvador, Honduras, República Dominicana, India, Camboya, Vietnam y Filipinas.

3.                                    Con un grado todavía notable de desnutrición, expresado con un leve oscurecimiento, entre el 5 y el 15 % de la población, se encuentran: Marruecos, Mauritania, México, China, Kazajstán e Indonesia.

4.                                    Solamente Sudáfrica en la región al sur del Sahara y Argelia, Libia y Egipto al norte tienen niveles de desnutrición propios de países desarrollados (menos del 5 % de la población).

            En la versión «movible» del mapa que ofrece la FAO se pueden apreciar los cambios que han tenido algunos países. Me concentraré en China e India por la importancia numérica de estos países.            En 1970 ambos tenían color rojo intenso, lo que significa que entre el 35 y el 50% de la población pasaba hambre y estaba desnutrida. Diez años después, en 1980, la India seguía en la misma situación, pero el hambre en China se había reducido a una franja entre el 25 y el 35% de la población. En 1990 tanto China como India tenían en el mapa un color amarillo intenso, que representaba entre el 15 y el 25% de la población. Ese cambio era el resultado de un enorme esfuerzo en India para reducir la incidencia del hambre a la mitad. Ese mismo año la situación de la República Democrática del Congo era dos veces mejor (menos hambre) de lo que es ahora. En 1995 se llegó a la situación actual: China entre el 5 y el 15 % e India entre el 15 y el 25 %, lo que no supone cambio alguno en la situación del hambre. Desde 2004 hasta la fecha ha habido grandes mejoras de la situación del hambre en China e India, así como en Centro y Sudamérica. En África ha mejorado poco.
              
                Los efectos del hambre

            «La energía corporal disponible para trabajar es residual», afirma Robert W. Fogel, premio Nobel de Economía en 1993. Es el monto de la energía metabolizada (transformada químicamente para el uso del cuerpo) durante un día, menos la que se gasta en mantener el cuerpo funcionando. Es decir, que, aun cuando está en sumo reposo, el cuerpo humano gasta energía para llevar a cabo sus funciones de supervivencia: respirar, impulsar la circulación de la sangre, la actividad del cerebro y del sistema nervioso, los riñones, etcétera. Del total de energía que se ingiere hay que quitar la necesaria para que el cuerpo funcione, el resto es la energía de que se dispone para moverse, trabajar, jugar, y otras actividades. En los países del Mundo Rico hoy en día, un adulto de entre 20 a 39 años dispone de unas 1.800 a 2.600 calorías para trabajar (habiendo consumido unas 1.500 para mantener el funcionamiento del cuerpo). Por esta misma aritmética, a una persona mal alimentada no le queda energía para trabajar y rendir en su trabajo.   Naturalmente, cuando no se ingieren suficientes calorías para mantener el cuerpo funcionando, éste se muere. Es la muerte por hambre.
            La nutrición —dice la OMS— es un ingrediente y fundamento de la salud y el desarrollo. La interacción de la malnutrición y las infecciones está muy bien documentada. Mejor nutrición implica sistemas de inmunidad más fuertes, menos enfermedades y mejor salud. Niños sanos aprenden mejor. La gente bien alimentada y sana es más fuerte, es más productiva y más capaz de aprovechar oportunidades de trabajo para romper gradualmente los círculos de pobreza y de hambre de una manera permanente. 

    En las escuelas del Mundo Pobre el hambre es una causa directa del bajo rendimiento de muchos de sus alumnos. La desnutrición se puede medir fácil y directamente, dada la estrecha relación entre en la situación objetiva de malnutrición con la sensación subjetiva de hambre. Medir aquélla resulta en una medida de ésta. Supongamos que nos ponen delante diez niños y niñas africanos, ¿se puede decir a simple vista cuál de esas personas tiene hambre y cuáles tienen más hambre que otras? Obviamente no. Normalmente se adivina o se deduce que una persona tiene hambre como condición objetiva de falta continuada de alimentación, ya tenga sensación o no, por su apariencia, peso, color, altura, si está sana o enferma, capacidad de trabajo y de juego. Los que muestren síntomas objetivos de falta de alimento, diremos que tienen más hambre que los que no presenten esos síntomas. Hambre se entiende y se expresa mejor como falta de alimentación o desnutrición. La falta de alimentación es la causa, la desnutrición el efecto y el hambre la sensación que esa carencia origina en la conciencia.   Las medidas objetivas de la desnutrición de una población se basan en la presencia o ausencia de los efectos que ella causa en el cuerpo humano: mortalidad, morbilidad, peso/estatura, rendimiento escolar y capacidad para el trabajo físico. El hambre incapacita, limita los recursos psicosomáticos, reduce la actividad física y mental a la mínima expresión, condena a una pobreza insuperable. Vuelve a la persona impotente y muy frecuentemente inhábil para la vida humana. Son características fáciles de reconocer en las poblaciones pobres.